CRISTO, LA ESPERANZA QUE NUNCA FALLA.
El Adviento es un tiempo de preparación para la Navidad y de ahí viene su sentido de esperanza, de preparar nuestros caminos, nuestra vida para que Cristo, el Niño-Dios nazca en nosotros, trayéndonos nuevas ilusiones y nuevas esperanzas, a nuestros pasos de cada día y a nuestro mundo, tan necesitado de nuevas ilusiones y de dejar atrás el cinismo y la indignidad de algunas acciones y palabras que no nos construyen. Jesús viene a cambiar y a renovar muchas cosas tenemos que poner en modo de cambio y de transformación.
Contemplando el pesebre en Navidad, seremos capaces de dejarnos llenar por la ternura del Niño Dios, que trae paz y no guerra, ilusión nueva y no cansancio repetitivo, ganas de comprometernos y no soberbia egoísta. El Señor nace entre nosotros para enseñarnos que el camino del encuentro con el nos tiene que llevar a abrir también el corazón a los demás. Porque la Navidad es y será Jesucristo, fuera de él no hay Navidad.
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