CRISTO: la esperanza que nunca falla.
Comenzamos el domingo el tiempo de Adviento, previo a la Navidad. Cuatro semanas en las cuales iremos preparándonos para celebrar el Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, y a la vez, estaremos dirigiendo nuestra atención al acontecimiento futuro de la segunda venida del Señor, para liberarnos definitivamente.
El Adviento es por eso, un tiempo de liberación, de renovación personal y comunitaria, de ir quitando de nuestra vida, todo aquello que no deja a Cristo nacer en nosotros, ya la vez, y poniendo las actitudes necesarias para recibirle en nuestro corazón y en nuestra vida el día de Navidad.
Debemos despertar nuestras actitudes de fe y de vigilancia, para no caer en el simple consumismo de estos días previos a la Navidad, y así, no seguir paganizando esta fiesta del Nacimiento del Señor, porque corrernos el riesgo de convertirlo en un momento, no de encuentro con Cristo y con los hermanos, sino solo, en un momento de luces y buenos deseos que nunca cumpliremos.
Es necesario que las actitudes de la necesidad de Dios y de la pobreza espiritual, estén en nosotros, para que busquemos al que de verdad sacia nuestra vida y da sentido a todos lo que debemos hacer como cristianos y creyentes, sin buscar sucedáneos ni falsas escusas para no vivir desde la fe estos días.
Y la actitud misionera de nuestra presencia en el mundo. Tenemos que huir de los que nos dicen que esto ya no sirve para nada y de que esto está superado, porque el verdadero adviento es liberación de ataduras y de ridículos impuestos, para dar el salto del encuentro con el otro, con el hombre y la mujer de hoy en los que nace Cristo, y a los que tenemos que llevarles las esperanzas del que nunca falla, porque no deja de nacer entre nosotros.
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