domingo, 8 de marzo de 2020

Palabras del Párroco

DARA LA CARA

Solemos decir y hasta creernos, que cualquier tiempo pasado fue mejor, y esta actitud del recuerdo anterior, nos lleva, a veces, a no hacer lo que tenemos que hacer, a intentar pasar desapercibidos, para no implicarnos lo necesario, pues vivimos de añoranzas del paso, en lugar de expectativas de futuro.

Los tiempos no son mejores ni peores, simplemente son en su momento, lo que son, y por eso no podemos juzgarlos con nuestra mentalidad actual, porque, o nos quedamos cortos o nos pasamos tres pueblos. Eso quiere decir, que tenemos que vivir en plenitud nuestro momento, nuestro tiempo histórico presente, no con añoranzas de lo anterior, y mucho menos con memoria de revancha, sino con actitud agradecida y deseando dar lo mejor de nosotros mismos aquí y ahora. Porque este tiempo, no es el más malo que nos ha tocado, es el que tenemos y en el debemos actuar como creyentes y vivir nuestra fe en plenitud y con valentía, la que nos da el sabernos amados por Dios.

Por eso la Palabra de Dios, nos regala en este segundo Domingo de Cuaresma, por un lado, la vocación de Abrahán, como recibe la llamada de Dios y le responde con total entrega y confianza, sin pensar que lo que tiene es mejor, sino que cree a Dios y se lanza a la aventura que le propone: Levántate y sal de tu tierra. Y en el Evangelio, el relato de la Transfiguración del Señor, también típico en este domingo de camino hacia la Pascua. Un relato en el que Cristo nos da la cara, se muestra tal y como es en la gloria, y lo hace recopilando en sí la ley antigua e invitándonos a la aventura del amor confiado en Dios, pero siempre fiados de él, que es el que nos recuerda siempre nuestra condición de hijos amados de Dios, de hijos elegidos para llevar el amor apasionado de Dios a cada rincón de nuestro tiempo, por muy oscuro que nos parezca.

Fiarse y dar la cara, fiarse y lanzarse a caminar, fiarse y dejar atrás lo que nos ha tenido atados y mirando al suelo, para poder levantar la cabeza y ver el inmenso campo y tiempo único que tenemos por delante. La Cuaresma es el tiempo propicio para estos menesteres, pero no para quedarnos encerrados y a oscuras, ni para languidecer mustios como si nos faltara el agua, pues tenemos la fuente de la vida que es Cristo y que no deja de llamarnos para que acudamos a él y nos renovemos con su novedad. No sigamos huyendo y escondiéndonos de él, no sigamos dando pasos atrás, sino que, fiémonos y avancemos con el camino de su amor



APUNTES DE LITURGIA
Sabías qué…

Al terminar el prefacio, entonamos el canto del Santo, que nunca debe dejar de cantarse en ninguna celebración de la Eucaristía. Pueden faltar los demás cantos, pero éste nunca, porque es el que nos introduce, acamado al Santidad de Dios por toda la creación, en el momento central de la celebración eucarística, que es la consagración. El sacerdote, invoca al Espíritu Santo, para que descienda sobre el pan y el vino y los convierta en el Cuerpo y la Sangre del Señor, como memorial de su presencia, es decir, no recordamos lo que hizo el Señor en la Última Cena, sino que lo actualizamos, lo hacemos presente en este momento concreto de la historia, no solo por que el sacerdote actúa in persona Chriti, en la persona de Cristo, sino porque Cristo es fiel a su promesa y está presente entre nosotros y con nosotros, ofreciéndose él mismo en cada Eucaristía. Él es el Sacerdote eterno, y él es la víctima del sacrifico, el que ofrece y el que se ofrece y se nos da como alimento de salvación, hoy, aquí y ahora

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