Por: P. Robert Havens | Fuente: DesdeLaFe.mx
Estamos en tiempo de Adviento ¿Sabías que la palabra “adviento” viene del latín, y quiere decir ‘la llegada’? El tiempo de Adviento está conformado de cuatro semanas que la Iglesia nos da para preparar la llegada de Cristo en Navidad. ¿Por qué cuatro semanas?
Ante todo, porque la Navidad –la llegada de Cristo al mundo– es una realidad tan importante, que no la podemos “digerir” de la noche a la mañana. Nadie prepara una boda la noche anterior. Como seres humanos, necesitamos tiempo para darnos cuenta de lo que viene, a fin de celebrarlo correctamente.
También necesitamos tiempo de preparación, pues en Navidad, Cristo llega para cada uno de nosotros. Pide posada en nuestro corazón y, si somos honestos, nuestro corazón no siempre es la posada más agradable y limpia. El Adviento nos da tiempo para prepararla y limpiarla, para recibir bien al Niño Jesús en la Nochebuena.
Por desgracia, parecería que el Adviento es todo lo contrario. Todo está ya adornado para Navidad, hay frenesí de compras, fiestas, pre-posadas, estrés. Y el día 26, tan sólo un día después de la gran llegada, ya estamos empacando las decoraciones y silenciando los villancicos. Todo está de cabeza. ¿Cuántas veces la sociedad materialista, tus propios anhelos del “espíritu navideño” y el estrés de diciembre te han robado el Adviento? ¿Y cómo hacer para que no te lo roben este año?
El primer paso consiste en darte cuenta que Navidad se celebra a partir de la Nochebuena, cuando celebramos la llegada de Cristo. No hay nada malo en las pre-fiestas que son parte de nuestra cultura, pero no hay que confundirlas con la verdadera Navidad. Si intentamos “adelantar” la celebración de Navidad, tendremos una celebración sin Cristo: algo tan ridículo como una fiesta de cumpleaños sin cumpleañero. Por eso, anticipar la celebración de la Navidad siempre nos dejará vacíos, sin verdadera alegría. En un mundo de luces y decoraciones, tenemos que darnos cuenta de que “¡todavía no!”
El siguiente paso es de apartar un momento de silencio cada día. No tiene que ser mucho: pueden ser tres minutitos, por ejemplo. Pero tres minutitos enteros en que me retiro, hago silencio y me acuerdo que Cristo viene en Navidad. ¡Cristo viene en Navidad! Si logras hacer esto diariamente, tu experiencia de la Navidad este año será muy diferente, y muy especial. En cambio, si no estableces momentos de silencio en tu Adviento, de repente será año nuevo y ni te habrás dado cuenta de la llegada personal del Señor…
Otra ayuda para vivir bien el Adviento es hacer de él un tiempo de preparación personal, como hacemos con la Cuaresma. Con actos de sacrificio y mejora personal, puedo “limpiar” el pesebre de mi corazón al que llegará el Niño Jesús el día 24. Una tarde sin radio, un café sin azúcar, una Misa entre semana, una sonrisa para una persona “pesada”, 5 pesos más para un pobre: todas son maneras de “barrer el pesebre” para que sea digno en su pobreza para el Rey que ha de venir.
Finalmente, los símbolos y prácticas externos también nos pueden ayudar a hacer del Adviento un tiempo de preparación. Tener una corona de Adviento en nuestro salón o lugar de trabajo y encender las velas correspondientes durante unas horas cada día, nos recuerda a fuerzas que todavía no ha llegado el Señor. También se puede leer un versículo del capítulo 1 ó 2 del Evangelio de san Lucas a la hora de encenderla. Otra práctica es construir nuestro Nacimiento gradualmente, añadiendo una pieza o decoración cada día del Adviento; pero sólo en los días en que nos hemos esforzado para vivir bien nuestro Adviento.
Un Adviento bien vivido asegura una Navidad hermosa y alegre. ¡Que no te pierdas tu Adviento!
Otra ayuda para vivir bien el Adviento es hacer de él un tiempo de preparación personal, como hacemos con la Cuaresma. Con actos de sacrificio y mejora personal, puedo “limpiar” el pesebre de mi corazón al que llegará el Niño Jesús el día 24. Una tarde sin radio, un café sin azúcar, una Misa entre semana, una sonrisa para una persona “pesada”, 5 pesos más para un pobre: todas son maneras de “barrer el pesebre” para que sea digno en su pobreza para el Rey que ha de venir.
Finalmente, los símbolos y prácticas externos también nos pueden ayudar a hacer del Adviento un tiempo de preparación. Tener una corona de Adviento en nuestro salón o lugar de trabajo y encender las velas correspondientes durante unas horas cada día, nos recuerda a fuerzas que todavía no ha llegado el Señor. También se puede leer un versículo del capítulo 1 ó 2 del Evangelio de san Lucas a la hora de encenderla. Otra práctica es construir nuestro Nacimiento gradualmente, añadiendo una pieza o decoración cada día del Adviento; pero sólo en los días en que nos hemos esforzado para vivir bien nuestro Adviento.
Un Adviento bien vivido asegura una Navidad hermosa y alegre. ¡Que no te pierdas tu Adviento!
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