LLAMA DE AMOR VIVA
San Juan de la Cruz, uno de los grandes místicos renovadores españoles, se refería así al Espíritu Santo, del que él se dejó llenar y al que le entregó su vida para hacer en cada momento la voluntad de Dios. Sabía que el Espíritu del amor de Dios, sacaría de él lo mejor, y así se dedico siempre a caminar por los caminos de la vida, confiando enteramente en Dios y atendiendo a los susurros del Espíritu Santo.
Este domingo celebramos la Solemnidad de Pentecostés. Cristo ha cumplido su promesa y, después de ascender al cielo, nos ha enviado el don del Espíritu Santo, que es la fuerza del amor de Dios, derramada en la vida de todas las criaturas, para hacer efectiva, en este mundo, la fuerza renovadora del Evangelio que nos anunció Jesucristo hasta entregar la vida para darnos vida.
Bien sabemos que este Espíritu, no es una palomita, de la que muchos hasta hacen chistes fáciles, aunque si es una de las formas en las que se manifiesta, según la Sagrada Escritura, como lo es el fuego, el aire, la brisa, etc., él elige como, cuando y donde se manifiesta para alimentar, animar y dar vida a su pueblo en este mundo, en el anuncio de la Buena Noticia.
Nosotros, que somos los testigos del Reino de Dios, lo recibimos plenamente el día de nuestra Confirmación, pero ya está en nuestra vida desde el Bautismo. Es el que nos hace cambiar y entregarnos a las cosas de Dios, a hacer presente su mensaje en este mundo, a imitar a Jesucristo en todo lo que hizo y dijo, a no dejarnos vencer por las modas frustrantes del mundo, sino a vivir la novedad del amor de Dios, que nos llama a ser cristianos y creyentes comprometidos con la causa del Evangelio en todos lados.
El Espíritu nos llena de la alegría de la vida renovada y renovadora, y no podemos huir ni escondernos de ella, haciendo lo de siempre o pensando como siempre, porque entonces, estaríamos negando la acción y la fuerza que nos viene de Dios, estaríamos negando al mismo Dios, que no es una losa pesada o una piedra inamovible, sino que es amor sin medida, que renueva todas las coas y que nos anima a ser auténticos en nuestra vida, trasparentes en la alegría y testigos de lo que Él nos da cada día.
Pentecostés es la fiesta de los profetas, de los que no se callan a la hora de denunciar las injusticias, los inmovilismos, las falsedades y las oscuridades del mundo. Es la fiesta de los que hacen del amor, el nuevo camino y la nueva causa de su vida, de los que se dejan llenar por el Espíritu de la vida, para vivir y dar vida.
¿Al lado de quien estás? ¿Das vida renovada o te cierras a la vida con la excusa de lo siempre?
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