NO HAY QUE ALEJARSE, HAY QUE COMPROMETERSE
En este domingo de la Ascensión del Señor, la Palabra que escuchamos nos vuelve a intentar motivar nuestro optimismo cristiano y creyente. Atrás han quedado las elecciones y ahora vienen los pactos, para ver quien está con más posibilidades, de dialogar, de ofrecer, de cumplir y de comprometerse.
Pero la Palabra de Dios, va más allá de estos pactos humanos que, siempre guardan algo de poco pacto. La Palabra nos invita a nuestro compromiso personal y no al de unas siglas, nos invita a entregar tiempo y vida y no simplemente tiempo y nombres, porque en cristiano, lo importante no es un acta de representación, sino una vida comprometida en el servicio a los demás al estilo de Cristo.
En la Ascensión del Señor, no celebramos que Cristo nos abandona y se marcha al cielo. Más bien celebramos que, nosotros no podemos quedarnos mirando al cielo, como dicen los ángeles a los apóstoles en la primera lectura, sino que tenemos que bajar la mirada al mundo y ver el inmenso campo de nuestra entrega, nuestro compromiso y nuestro servicio.
Porque el Señor sigue aquí, presente en nosotros y por medio de nosotros. Está en el enfermo que sufre solo, en el anciano abandonado a su suerte, en el joven que no es entendido ni aceptado, en el adolescente que es rechazado por ser diferente, en el niño que no es tenido en cuenta, en todos lo que miramos desde una perspectiva utilitarista y no humana, con cariño y ternura.
Loa creyentes seguimos teniendo pendiente la asignatura del amor hecho vida y hecho compromiso, del amor que nos debe complicar la vida para que seamos como el Maestro de Nazaret, porque este camino nuevo, no puede quedarse en hacer cosas bonitas, sino que tiene que llevarnos al compartir, generosamente, con ternura, el camino y la historia personal de cada hermano y de cada hermana.
No nos quedemos mirando al cielo, que ya llegará el tiempo de ir a él, sino que hagamos presente el cielo del amor de Dios, en esta tierra, en nuestro pueblo y en nuestra Iglesia, comprometiéndonos y respondiendo al Señor aquí, donde nos ha llamado.
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