En el mes de marzo, comenzamos el Tiempo de Cuaresma, poniéndonos en camino hacia la Pascua buscando el rostro del Señor, su cara en medio de este mundo y, sobre todo en nuestra vida.
La Cuaresma es el tiempo de conversión, de cambio de actitudes y de estilo de vida para parecernos más a lo que Dios quiere de nosotros, para que seamos, creyentes y cristianos, no a nuestro estilo, sino al estilo de Jesús, que no se cansó de buscar el rostro del Padre en este mundo.
Es momento de hacer un alto en el camino y de dejar que, el sentido del Miércoles de Ceniza nos introduzca de lleno en este itinerario de fe y de esperanza, en el desierto de nuestra vida, que puede estar vacía y cansada de tantos y tantos tropiezos o palabras que no nos llevan a ningún sitio pero que hacen mucho ruido.
La Cuaresma nos lleva siempre al encuentro personal con el Maestro de Nazaret y con su Palabra siempre nueva y siempre invitándonos a vivir lo que somos, pero de una manera entregada, a la manera y estilo de Él, que dio su vida por nosotros, para que nosotros hagamos lo mismo por los demás, viendo en ellos su rostro sencillo, pobre, sufriente, humilde, y también lleno de paz, alegría y serenidad.
Entremos en este tiempo clave en nuestra vida cristiana con ganas y con fuerza, gustando el camino nuevo al que nos llama el Peregrino de la historia, el Salvador del Mundo.
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