Al comenzar la Cuaresma el miércoles , con el rito de la imposición de la ceniza, lo que simbolizamos con este austero signo, es que nos ponemos en proceso de conversión, es decir, que no solo reconocemos nuestra condición de pecadores, sino que, sobre todo, estamos en camino de cambio de vida, por la conversión de nuestras actitudes. Es un rito que privilegia este día en concreto, y de ahí que no se deba, ni se pueda trasladar al primer Domingo de Cuaresma, porque entonces, tanto un día como otro, y el mismo rito, perderían todo su significado, enturbiando lo que cada día aporta al camino cuaresmal.
Todos tenemos derecho a vivir cada momento de nuestro camino celebrativo, tal y como debe ser celebrado, y no a la conveniencia del celebrante. Pues lo que hacemos en herencia de la Iglesia, no de ninguno de nosotros.
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