La eucaristía es lo más grande que podemos celebrar los cristianos, y por eso debemos cuidar de ella cada detalle, por muy insignificante que parezca. Desde los ornamentos, los vasos sagrados, la disposición y ornato del lugar de la celebración, el lugar de los fieles, hasta la disposición interior de los que celebramos el banquete del Señor.
No es lo mismo tener las flores secas que frescas, no es lo mismo que estén sucios o arrugados o rotos los ornamentos, que el que estén bien presentables, no es lo mismo celebrar sin casulla que con ella. No da igual que estén los bancos torcidos o sucios, que lo estén ordenados y limpios.
La dignidad de todo esto, es tarea de todos, pues, aunque haya responsables en todas las parroquias, todos celebramos y la Iglesia es cosa de todos y casa de todos.
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