viernes, 28 de diciembre de 2018

Palabras del Párroco



Pasamos de todo y todo nos pasa
Nos estamos caracterizando por vender que todo es relativo y que da lo mismo hacer esto que no hacerlo. Que da igual que pensemos así o que pensemos asá. Que es indiferente lo que yo diga porque a nadie le va a importar y si le importa me da igual.

Nuestros valores van claudicando uno tras otros bajo una falsa motivación impuesta por la masa social, que no discernimos y que, mucho menos, dejamos que queden en nuestro interior, porque nos pueden acusar de anticuados, de pasados de moda o de retrógrados. Y claro… no puedo quedar mal ante los demás.
Nos cuesta creernos únicos y auténticos y vivir con transparencia y con esa sencillez de las cosas cotidianas que nos llevan a la aventura de ser lo que tenemos que ser y de defenderlo, sin dejar que nos moldee lo que los demás piensen o digan. Nos hemos olvidado de los valores y las virtudes que aprendimos desde pequeños y que nos han ido ayudando a crecer y a ser nosotros mismos, sin aditivos y sin tener que agradar a nadie. Respetándonos para poder pedir respeto y para valorar lo que aportamos y nos aportan y así crecer juntos.
Este domingo, dentro de las fiestas de Navidad, lo llamamos de la Sagrada Familia, pues se nos invita a mirar a la familia de Nazaret, como modelo de familia, de escuela de aprendizaje y de valores en la cual se pueden mirar todas las nuestras, porque la familia es y será siempre la célula fundamental y fundacional de la sociedad, puesto que en ella debiéramos aprender a ser sociables, a valorar a los demás y a nosotros mismos, a respetar las diferencias como una riqueza y no como una amenaza, a convivir con los de más, a tratar con amor a todos, y un largo etcétera que, nunca será realidad si falta la familia.
La Sagrada Familia no es una imagen anticuada, bucólica o romántica, casi sacada del baúl de los recuerdos, sino que es un recuerdo de la familiaridad que tiene Dios con cada uno de nosotros, pues se hizo uno de los nuestros. Por eso las lecturas nos hablan de la vida cotidiana de Jesús, del respeto y el aprecio a los mayores, y de los medios para cohesionar esta fuente de vida y diversidad, en los que no puede faltar el amor, entendido al modo de Cristo: alegre, generoso y dado. Quien así vive, seguro que no pasa de nada y que nada le pasa, porque será él quien pase por todo.

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