Los niños bautizados, lo son en la fe de la Iglesia, es decir, que somos nosotros, sus padres y padrinos en primer lugar, y después toda la comunidad, los que les acogemos y les hacemos partícipes de nuestra fe, por eso, después de la unción con el Óleo de los catecúmenos, se invita a confesar esa fe en la que los niños van a ser bautizados, recordando el compromiso de que serán educados en la fe cristiana por sus padres y padrinos, y lo hacemos con triple renuncia al mal y la confesión de la fe en Dios Padre, en Cristo su Hijo, en el Espíritu Santo.
Seguidamente se les pregunta a los padres si desean que su hijo sea bautizado en la fe que han confesado y que es la fe de la Iglesia, y después de su asentimiento, se encaminan hacia el bautisterio para realizar el signo del bautismo, derramando agua bendecida sobre la cabeza del niño en el nombre del Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, cumpliendo así con el mandato de Cristo
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