En estos días surgen espontáneamente diversos propósitos para mejorar nuestra vida, o bien es el momento que muchas personas se han marcado para decidirse de una vez a empezar un proyecto que llevaba tiempo gestándose. En todo caso, se trata de una oportunidad única para decidirse dar ese paso que cada uno quizás ha venido percibiendo interiormente desde hace tiempo.
El deseo de un buen año nuevo no es la celebración del tiempo como “Kronos”, es decir, el tiempo del reloj, el tiempo que se mide, el tiempo humano… Sino más bien del “Kairós”, el tiempo visto en su valor cualitativo, el tiempo como “momento oportuno”, momento adecuado para hacer algo porque se da una situación de madurez, de oportunidad para tomar una decisión determinada.
Evidentemente el tiempo cronológico es aquel en el cual transcurren todas las alegrías, peripecias, esperanzas y dolores de la humanidad; ahora bien, este tiempo lo podemos comprender como el ámbito en el que transcurren nuestras experiencias o acontecimientos vitales. Así, Jesucristo, al encarnarse, ha dado un valor salvífico al tiempo, y es ésta experiencia la que nos anima a desear un feliz “año bueno”. Dice Guardini que “Jesucristo es nuestro contemporáneo porque es el Hijo de Dios, el Eterno que ha entrado en la historia; su vida terrena ha entrado en la Eternidad y por tal motivo está relacionada a cada hora del tiempo redimido por su sacrificio”.
Que todos los buenos deseos y propósitos nos unan en la tarea de seguir construyendo juntos el Reino en este nuevo año 2018 que estrenamos. ¡Feliz Año Bueno! ¡A fructificar y acompañar¡
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