Ya se encuentra en el trono a un lado del altar como el camino que nos lleva al encuentro con su hijo Jesús.
Ella es el ejemplo de mujer creyente, Refugio de pecadores, Consuelo de los afligidos y Madre de más gentes del mar.
No preside nada, porque su función no es presidir, sino recordarnos cada día, al ofrecernos a su Hijo, que hagamos lo que Él nos dice.
Esa es la mejor forma de honrarla, hacer lo que ella hizo, vivir atentos a la voluntad de Dios. Que Ella nos enseñe cada día a optar por Cristo y a dejarle ser el Señor de nuestra vida.

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