Comenzamos septiembre. Y es sinónimo de ir dejando atrás el descanso estival y volver a los quehaceres cotidianos, pero este año, al igual que el anterior, volvemos con las restricciones que el coronavirus nos sigue imponiendo, y que son necesarias para tener más cerca la llegada de la ansiada normalidad.
Vamos comenzando, también, curso pastoral, la catequesis, las escuelas y la formación parroquial, pero ya sabemos que deben seguir siendo ser de forma diferente y con todas las seguridades posibles. Eso no quiere decir que tengamos que pararnos, sino que tenemos que ser cuidadosos y hacer las cosas bien. Esté mes, ya comenzamos con la inscripción para la catequesis parroquial de comunión y confirmación, como lo hacíamos normalmente.
Pero podemos tener el error de pensar que esto es como lo de siempre, pero no es así, porque ya, a estas alturas de la película, nos hemos dado cuenta de que las palabras proféticas del Papa Francisco se hacen realidad a cada instante: estamos saliendo de la pandemia según hemos querido, es decir, los que hemos aprovechado el tiempo y el momento, salimos más solidarios, más generosos, más agradecidos y más buena gente; pero los que no han aprovechado el tiempo, se han enroscado en sí mismos y han preferido lo se siempre, a la novedad de un tiempo histórico que debería haber cambiado nuestro corazón y nuestras expectativas, y se han quedado en el egoísmo, la soberbia y en seguir poniendo el pie encima de los demás con la demagogia y el cinismo..
Pero no todo está perdido, porque un comienzo de curso es una oportunidad para el cambio y la renovación, aprovechémosla.
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