Este fin de semana, en nuestras Eucaristías, escucharemos la parábola de los cinco talentos Mateo 25:14-30
Reflexión: En el grupo de parábolas dadas por el Señor Jesucristo después del sermón de las señales antes del fin de mateo 24, se encuentra la de los talentos. Ella tiene el propósito de alertar, vigilar y de llamar a no dormirnos como siervos de Cristo en nuestras responsabilidades, pues Él vendrá algún día por sus hijos, y no quiere que hagamos cosas diferentes a las que debemos hacer como discípulos; haciendo la voluntad de Dios y unidos a Cristo en el poder del Espíritu Santo. Cuando el Señor nos habla en varias parábolas en mateo 24 y 25 alertándonos sobre las consecuencias de ser un siervo malo, desobediente, obstinado y negligente, no es un juego, es real que seremos juzgados el día del juicio.
Hay tres siervos, a cada uno se le da conforme a sus capacidades, es un regalo de Dios, y él sabe que cosas podemos sobrellevar, nos insta a que actuemos, a que pongamos a producir lo que nos dio. Al primero le da más que al segundo, y al último la menor cantidad, el que recibió más tiene mayores responsabilidades, pues tendría que dar mayor ganancia, pero vemos como el que se le dio un talento, es precisamente el que tenía un desconocimiento de su señor, y por actuar conforme a lo que él pensaba, y no acorde a la instrucción del señor. Al último se le ocurre guardarlo en un hoyo en tierra, ni siquiera quiso ponerlo en un banco para ganar intereses, y decide dejar ese dinero quieto, sin producción, sin fruto, porque pensaba si devolvía a su señor el mismo dinero que le dieron para producir, el señor no lo castigaría por negligente, se equivoca y es echado a las tinieblas.
A los dos primeros se les dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor, es decir, hicieron y produjeron lo que su señor quería, fueron fieles y obedientes. El señor los deja entrar en su gozo.
Ahora quienes representan cada siervo y el señor que se fue lejos que algun día regresaría a ver que paso con sus bienes. Identifiquemos al señor, es nuestro Señor Jesucristo que se fue a la diestra del Padre y vendrá por sus siervos a darles el reino. El primer y segundo siervo son aquellos hijos de Dios, obedientes y fieles, acorde su capacidades les fueron dados sus responsabilidad para que dieran el fruto que Dios quiere. Pero tenemos el tercero, ese siervo que a pesar de que no se le dieron muchas responsabilidades, en lo poco no fue fiel, sino desobediente y obstinado.
Hay una bienaventuranza en aquellos siervos que cuando el Señor Jesucristo regrese los encuentre haciendo precisamente lo que él dijo que hiciéramos. Cuando somos personas que nos pasamos escuchando sermón tras sermón, año tras años, y no ponemos en práctica lo que Dios nos enseña, y si hemos escuchado cuál es la voluntad de Dios para la vida del creyente, entonces recibiremos más azote, por ser siervos malos, como lo dice en Lucas 12:47 “El siervo que, a pesar de conocer la voluntad de su señor, no se prepara para cumplirla, se hace acreedor de muchos azotes”. Hay diferentes grados de castigo en el infierno, aunque vivimos en un tiempo que esta enseñanza no la recibimos constantemente, lo aprovechan sectas que proclaman que no existe el infierno, pues dicen como un Dios bueno, lleno de amor castigará eternamente a sus hijos; es una mentira que se hace cada vez más aceptada en los tiempos que vivimos.
Como reflexiones finales y aplicación nos llevamos los siguientes:
Dios nos salva por medio de la fe en Cristo por su gracia, para que seamos sus representantes en la tierra, y nos ha encomendado una misión; y es ser testigos del evangelio de Jesucristo.
Si no hacemos nada con lo que Dios nos ha dado, somos malos siervos, desobedientes y negligentes.
Así como el cielo es real, el infierno también es real.
Jesucristo confía en darnos una misión, pero al final quienes sean infiel recibirán el castigo eterno.
Dios quiere que hagamos la voluntad de Dios unidos a nuestro Señor Jesucristo, en el poder del Espíritu Santo.
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