Por: Padre Nicolás Schwizer | Fuente: Homilías del Padre Nicolás Schwizer
Mateo 1, 18-23El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto. Así lo tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta: Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa: Dios con nosotros.
ReflexiónLa Liturgia no acostumbra celebrar el nacimiento terreno de los santos – la única excepción es San Juan Bautista. Celebra, en cambio, el día de la muerte, día del nacimiento para el cielo.
Por el contrario, cuando se trata de la Sma. Virgen. Aparece claramente el paralelismo entre Ella y su Hijo Jesucristo. De los dos, la Iglesia celebra con fiestas propias, su concepción, su nacimiento y su vuelta a la Casa del Padre.
Tenemos que ver el misterio de hoy en el contexto del pecado original. En aquel momento, Dios prometió la llegada de una Mujer, contrapuesta a la serpiente tentadora: “Pongo hostilidad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo: él herirá tu cabeza cuando tú hieras su talón.” (Gen 3,16) Al nacer María, comenzó a cumplirse esta promesa. Porque Ella es la Virgen Madre que da a luz un Hijo que será el Salvador del mundo. Porque Ella es la Colaboradora de Aquel que conseguiría la victoria definitiva sobre la serpiente infernal. Por eso, María es la nueva Eva, es decir, la Madre de la vida y Madre de los vivientes.
Y así se inició, con el nacimiento de la Virgen, la plenitud de los tiempos. Con ello, Dios daba al mundo como la garantía concreta de que la salvación ya estaba inminente.
Por todo eso la festividad de hoy es una invitación a la profunda alegría. Toda la creación se alegra y goza con el nacimiento de María.
Y a lo largo de los siglos, los cristianos han expresado con mucho simbolismo y creatividad su júbilo y regocijo. Si Jesucristo es la luz y el sol de justicia, entonces María es:
* La aurora y la estrella que anuncia el sol,
* El regazo de la encarnación divina.
* el preludio y la esperanza de salvación,
* La puerta virginal a través de la cual Dios hizo su entrada en la tierra.
Pero no sólo la creación se alegra con la fiesta de hoy. No sé si podemos imaginamos como el mismo Dios se regocija con el nacimiento de María. Allí está la nueva creatura del paraíso, la nueva Eva tal como Dios la pensaba en su proyecto original de la creación. Ella es la culminación, la corona de todo lo creado, la obra maestra del Padre:
* La Virgen más hermosa y más pura,
* la Hija mas querida y más anhelada,
* La Madre más amorosa y más santa.
Queridos hermanos, ¡alegrémonos todos, unidos con Dios y con la creación entera de este día de jubilo y fiesta, de este día en que recordamos el nacimiento de María, Madre de Jesús y Madre nuestra!
¡Qué así sea!
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
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