viernes, 15 de mayo de 2020

Jesús ayúdame a buscarte

Santo Evangelio según san Juan 14, 27-31. 

Por: Iker Trillas Diaz, LC | Fuente: www.somosrc.mx



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, hoy quiero encontrarme contigo en este rato de oración. Ayúdame a hacer ese silencio interior que necesito para escuchar tu voz. Te pido las gracias que necesito para poder cumplir hoy tu voluntad.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)Del santo Evangelio según san Juan 14, 27-31

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “La paz les dejo, mi paz les doy. No se la doy como la da el mundo. No pierdan la paz ni se acobarden. Me han oído decir: 'Me voy, pero volveré a su lado'. Si me amaran, se alegrarían de que me vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Se lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, crean.

Ya no hablaré muchas cosas con ustedes, porque se acerca el príncipe de este mundo; no es que él tenga poder sobre mí, pero es necesario que el mundo sepa que amo al Padre y que cumplo exactamente lo que el Padre me ha mandado”.

Palabra del Señor.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Qué gran importancia le da Jesús a su paz. Se va al Padre y nos deja su paz. Pero la paz del mundo no es la paz de Jesús.

Entonces hay dos tipos de paz. La paz del mundo la da el mundo. La paz de Jesús la da Jesús. La paz de Jesús es espiritual. La paz de Jesús la da al que está siguiéndolo. Cada uno sabe en su interior qué significa seguir a Jesús para el mismo.

Si en el fondo estás vacío (aunque tengas mucho), solitario (aunque estés rodeado de gente que te ame), sin sentido en la vida, te falta Jesús y con Él su paz. El católico sigue a Jesús. No una idea, no una religión, no una filosofía. A una Persona. La paz de Jesús es un regalo para la persona que sigue a Jesús. Si no hay paz es signo de que falta Jesús.

Esta paz no la busques en el mundo. No la vas a encontrar ahí. Búscala en Jesús y luego en tu interior, ahí habita, en tu corazón. Habita ahí cuando te la ha dado el Señor. Con la paz viene el sentimiento profundo de no estar vacío, de no estar solitario, de no estar sin sentido en la vida. Que la paz de Jesús esté con ustedes y habite en sus corazones.

«La reconciliación es el preludio de la paz que Jesús nos dejó. Una paz que no es la ausencia de problemas, sino que viene con la presencia de Dios en nosotros mismos y se manifiesta en todo lo que somos, lo que hacemos y lo que decimos. Sed mensajeros de paz, primero con la vida y luego con las palabras. Sed instrumentos de perdón y misericordia en todo momento. Vuestras comunidades sean lugares donde se experimenta la misericordia, como pide San Francisco en la Carta a un ministro: “Y en esto quiero saber si tú amas al Señor y a mí, siervo suyo y tuyo, si haces esto, o sea que no haya ningún hermano en el mundo que, habiendo pecado todo lo que se puede pecar, y después de haber visto tus ojos, no se vaya nunca sin tu misericordia, si pidió misericordia. Y si no la pide, pregúntale tú a él si la quiere. Y si luego pecara mil veces ante tus ojos, ámalo más que a mí, para que lo atraigas al Señor; y compadécete siempre de esos tales”. No hay paz sin reconciliación, sin perdón, sin misericordia. Solo aquellos que tienen un corazón reconciliado pueden ser “ministros” de misericordia, constructores de paz».
(Discurso S.S. Francisco, 17 de junio de 2019).


Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Buscar ser reconocido por Cristo y no por el mundo.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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