Estamos en el último domingo antes de comenzar la Cuaresma y la Palabra de Dios nos continúa animando a que construyamos nuestra vida desde expectativas, actitudes y valores máximos, y a que no nos quedemos solo en lo mínimo, en lo que está mandado como básico.
Eso quiere decir que, como cristianos, no podemos quedarnos en cumplir cosas o en ir solo a lo que está mandado, sino que debemos implicarnos, de una manera gratuita en todo lo que nos plantea el día a día, pero sin dejar de dejar ver y vivir nuestra peculiaridad cristiana.
En este momento en el que vivimos, todos tenemos una historia personal por la que andar y llevar adelante, y tenemos que hacerlo con lo que somos, siendo fieles a nuestros sueños y a todo aquello que hace que avancemos por la vida, no con muletas o bastones espirituales, sino con ganas de hacer el bien y de entregarnos, como actitud principal, para así, regalar la buena noticia del amor de Dios.
Porque un cristiano, debe parecer y ser cristiano, sabiendo cual es nuestro estilo de vida y lo que aportamos a la sociedad como algo identificativo nuestro. No podemos vivir una fe de domingo por la mañana o de la misa de mi difunto, sino que debemos vivir la fe desde el encuentro con Jesús, desde el saber que siempre estamos llamados e invitado a algo más, y simplemente porque somos cristianos e imitamos a Cristo.
El evangelio nos llama a ser santos porque nuestro Dios es santo, y nuestra santidad se construye día a día, en el seguimiento de Cristo, siendo lo que somos y haciendo lo que tenemos que hacer. Porque nuestra labor es siempre ser compañeros de caminos, ayudar a los más débiles, implicarnos con la justicia en la sociedad, no mirar para otro lado, sino estás donde debemos estar.
Seguramente, seremos mal mirados y hasta provocados por lo que hacemos cristianamente, pero creo que esto es mejor, a que nos denuncien en la cara que decimos lo que no hacemos y que actuamos contrariamente a lo que decimos. Por eso, no tengamos miedo a ser fieles a nosotros mismos y, sobre todo, a Aquel de quien nos hemos fiado, y que sabemos, que nunca se aleja de nosotros.
APUNTES DE LITURGIA
Sabías qué…
Los prefacios de la misa, ya hemos dicho que son grandes plegarias de acciones de gracias, que entonamos como ofenda de alabanza a Dios nuestro Padre, y que, su gran variedad, nos hace entender mejor la celebración, pues nos sirven para agradecer a Dios, hasta la vida entregada de las personas o las cosas buenas que nos ayuda a realizar cada día. Por eso empieza con el diálogo entre el sacerdote y el pueblo, invitándonos a esa alabaza agradecida, con el corazón bien elevado ante Dios, y termina con el canto al Dios tres veces Santo, como manifestación de nuestra fe, de que todo es obra y viene de Dios. De quien nos creo para que vivamos y nos redimió por Jesucristo, su enviado, para que nuestra vida sea, una ofrenda eterna, viviendo cada día nuestra existencia como camino de encuentro con Dios y con los hermanos, como alabanza por buenas obras que nos permite hacer cada día.
Sabías qué…
Los prefacios de la misa, ya hemos dicho que son grandes plegarias de acciones de gracias, que entonamos como ofenda de alabanza a Dios nuestro Padre, y que, su gran variedad, nos hace entender mejor la celebración, pues nos sirven para agradecer a Dios, hasta la vida entregada de las personas o las cosas buenas que nos ayuda a realizar cada día. Por eso empieza con el diálogo entre el sacerdote y el pueblo, invitándonos a esa alabaza agradecida, con el corazón bien elevado ante Dios, y termina con el canto al Dios tres veces Santo, como manifestación de nuestra fe, de que todo es obra y viene de Dios. De quien nos creo para que vivamos y nos redimió por Jesucristo, su enviado, para que nuestra vida sea, una ofrenda eterna, viviendo cada día nuestra existencia como camino de encuentro con Dios y con los hermanos, como alabanza por buenas obras que nos permite hacer cada día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario