En España, la Campaña del Enfermo, comprendida entre el 11 de febrero y el VI domingo de Pascua (17 de mayo), acogiendo este tema, nos proponemos fijarnos en una de las causas de ese cansancio que piden ser aliviadas: la soledad. Con sólo echar una vista a los datos de la soledad nos damos cuenta que tiene las dimensiones de una auténtica epidemia. Según el Instituto Nacional de Estadística, se estima que en España hay 4,7 millones de hogares unipersonales. Dos millones de personas mayores de 65 años viven solas. Más de 850.00 mayores de 80 años viven solos y muchos presentan problemas de movilidad. Solo estas cifras son un dato preocupante. Si además sumamos, entre otras formas de soledad, la de quienes están ingresados en los hospitales o la de las familias con miembros con una enfermedad mental grave, por ejemplo, descubrimos lo acuciante de reflexionar para buscar el modo de aliviar tanta soledad. Ofrecemos estas sencillas orientaciones como material que puede ayudar a una necesaria preparación y celebración en los diferentes ámbitos –nacional, interdiocesano, diocesano y local– a las Delegaciones Diocesanas y, por ello, a cuantos deseen colaborar activamente para lograr que la Campaña sea una realidad pastoral fecunda en nuestra Iglesia.
El lema central de la Campaña de este año es: «Acompañar en la soledad», con el tema bíblico «Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré» (Mt 11, 28). Esperamos que esta Campaña del Enfermo ayude a mentalizarnos y hacer visible tanta soledad “invisible”. Para facilitar la reflexionar sobre ello, pueden servirnos estas orientaciones.
El lema central de la Campaña de este año es: «Acompañar en la soledad», con el tema bíblico «Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré» (Mt 11, 28). Esperamos que esta Campaña del Enfermo ayude a mentalizarnos y hacer visible tanta soledad “invisible”. Para facilitar la reflexionar sobre ello, pueden servirnos estas orientaciones.
1. Hay una soledad sana y necesaria. En la conciencia de sí el hombre aprende a conocerse y a escuchar la voz de Dios, que habla en el silencio. Dios habla en el silencio, pero hay que saberlo escuchar (cf. 1 Re 19, 11-13). Se trata, por tanto de una soledad deseable y necesaria de cultivarla. En una medida importante aprender a vivir esta soledad nos prepara para la soledad no deseada. El Papa Benedicto XVI nos recordaba cómo “cada vez más, incluso sin darse cuenta, las personas están inmersas en una dimensión virtual, a causa de los mensajes audiovisuales que acompañan su vida desde la mañana hasta la noche. Los más jóvenes, que han nacido ya en esta condición, parecen querer llenar de música y de imágenes cada momento vacío, casi por miedo a sentir, precisamente, este vacío. (…) Algunas personas ya no son capaces de permanecer largo tiempo en silencio y soledad” (10.VIII.2011).
2. Más de dos millones de personas mayores de 65 años viven solas y, frente a quienes lo hacen por decisión personal, muchas viven aisladas, sin protección e invisibles para la sociedad. Una de cada tres personas dicen sentirse solas en nuestro mundo occidental. En una sociedad de la información y los meta datos, pueden darse situaciones particularmente dolorosas: hombres o mujeres que mueren solos en sus casas y tardamos semanas en descubrirlo. Y el número de personas que sufren la soledad no deja de crecer
3. Es importante hacer una reflexión que nos permita descubrir las causas de las diferentes formas de soledad para encontrar el mejor medio de aliviarlas. Las maneras de hacerlo no serán las mismas. El papa Francisco nos recordaba en la homilía de la Misa de inauguración del Sínodo de los Obispos sobre la Familia (4.X.2015): El drama de la soledad es experimentado por innumerables hombres y mujeres de nuestro tiempo. Pienso en los ancianos, abandonados incluso por sus seres queridos y los niños; viudas y viudos; los muchos hombres y mujeres que son dejados por sus cónyuges; todos los que se sienten solos, incomprendidos y sin precedentes; migrantes y refugiados que huyen de la guerra y la persecución; y los muchos jóvenes que son víctimas de la cultura del consumismo, la cultura de los desechos, la cultura del descarte. La soledad es una de las principales causas de exclusión social.
4. No se resuelve teniendo al lado a alguien a quien simplemente le cuento las cosas que me pueden preocupar o entristecer, sin que mi interlocutor se sienta involucrado. No necesito únicamente ser oído, sino escuchado, acogido. En este sentido sólo podremos aliviar la soledad en una relación que implique el don de uno mismo y la acogida del otro como un don. En una palabra, sólo el amor dado y recibido puede aliviar el sentimiento de soledad. Quien hace esta experiencia, quien acompaña así a quienes se sienten solos, descubre enseguida que quien acompaña es a su vez acompañado, enriquecido en humanidad.
5. La soledad es una auténtica fuente de sufrimiento. El papa Francisco en una Audiencia el 16 de marzo de este año nos anima a superar la soledad que convierte la vida en un infierno. «Nuestro mundo está enfermo de soledad». Cuando el hombre se siente solo, experimenta el infierno. El número de personas que se sienten solos sigue creciendo, al igual que el número de aquellos que están atrapados en el egoísmo, la tristeza, la violencia destructiva y la esclavitud al placer y dinero. Por otro lado cuando el hombre siente que no está siendo abandonado, entonces puede enfrentarse a todo tipo de dificultades y fatigas.
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