jueves, 29 de agosto de 2019

Palabras del Párroco

SALIR SIEMPRE EN LA FOTO 

Nuestro tiempo es el del querer estar en todo y salir en todo. Ser vistos por los demás para que vean que estamos haciendo de todo, aunque no sepamos de casi nada o sepamos lo justo y lo necesario. Se nos ha educado y educamos para que busquemos salir siempre en la foto, aunque no sea el lugar que debemos ocupar.

Es como una ansiedad que nos ha tocado ahora, aparentar y aparentar por parecer lo que no somos o simplemente para que se nos tenga siempre en cuenta, porque nosotros lo valemos o porque creemos que valemos para estar ahí más que otros.

Y, que curioso, la Palabra de este primer domingo de septiembre nos invita a que busquemos, sobre todo la humildad, a que no pensemos que somos mejores que nadie, sino que, simplemente somos, y que no debemos querer salir siempre en la foto, pues más bien haremos el ridículo, porque nos daremos y, se darán, cuenta que ese no es nuestro lugar, seguramente porque no debemos estar ahí.

La humildad es una virtud muy necesaria y útil en la vida del cristiano y del creyente, porque nos ayuda a valorarnos tal y como somos y a querer crecer, pero no freten a otros o contra otros, sino con nuestros propios méritos y obras, a la vez que aceptamos y valoramos al otro, que también es una riqueza para mí, por lo que me aporta; y aunque no me aporte nada, lo dejaré crecer y avanzar para que sea él mismo.

El humilde busca en cada momento ser el mismo, hacer lo que tiene que hacer, pero sin esperar recompensa, ni halagos, ni palmaditas en la espalda, pues está seguro de que, lo que hace es para bien personal y para el bien de los demás. Lo hace a su manera y de la forma que sabe y puede hacerlo, por eso no tiene nada que envidiar a nadie, porque está poniendo en práctica su vida y sus dones, incluso al servicio de los demás, sin pararse a pesar si son mejores o peores que él, simplemente vive.

No está de moda buscar los últimos puestos, y tampoco pasar desapercibido haciendo lo que tenemos que hacer. Pero no podemos olvidarnos de que, por eso nosotros estamos exentos de hacerlo. Más bien, no podemos subirnos al carro de los que se creen mejores que otros o de los que alardean lo que son para ser tenidos en cuenta. Mejor que nos conozcan por nuestra coherencia de vida, nuestra actitud humilde, nuestra transparencia y nuestra manera bondadosa de hacer siempre el bien al estilo del Maestro de Nazaret, que gastó su vida entre los más pobres y defendiendo siempre la justicia y la vida de los que otros habían decidido que no debían tener una vida como la de los demás porque eran inferiores.

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