miércoles, 14 de agosto de 2019

El Sueño de la Virgen

La veneración y el culto a María en su tumba vacía no han cesado nunca y es aquí donde nació y se alimentó la fe del pueblo cristiano en la Asunción de María al cielo 


Por: Varios | Fuente: es.custodia.org / funjdiaz.net 


El Tránsito de María (Dormición) es, en el catolicismo, la glorificación del cuerpo de la Virgen María mediante la definitiva donación de la inmortalidad gloriosa sin pasar por la muerte, es decir, al contrario que sucede en la muerte humana, la intervención divina de su hijo hizo que cuerpo y alma glorificados no se separasen en espera del juicio final y subieran unidos a los cielos al ser asunta. 

Según el dogma establecido por Pío XII el 1 de noviembre de 1950: «Pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado; que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celeste». Si bien el dogma no se pronuncia explícitamente sobre la muerte de la Santísima Virgen, la tradición mayoritaria considera que la Virgen murió pero fue resurrecta inmediatamente y asunta a los Cielos, en cuerpo y alma.

En el lenguaje procesional, se llama Virgen en dormición aquella representada en un lecho amortajada tapada por ropa de cama; y la Virgen en tránsito aquella representada en un lecho amortajada pero no tapada por ropa de cama y por lo general rodeada de flores todo el perímetro.

En el cristianismo ortodoxo también se comparte la creencia de la asunción y se agrega la creencia de que estaba dormida, lo que se conoce como la «santísima dormición de la Virgen María», lo que habría sucedido antes de ser asunta al cielo.


Las tradiciones acerca de la dormición de la Virgen

En el libro Historia de las Fiestas de la Iglesia (1788) se dan innumerables datos acerca de la fiesta de la Asunción de la Virgen:

"Lo que la Iglesia honra el día 15 de agosto, es la memoria de la dichosa muerte de la Santísima Virgen, con la de su glorificación y con la del triunfo que consiguió sobre las miserias de la mortalidad humana. Así parece por su Oficio y por los diversos títulos de deposición de sueño, de descanso, de tránsito y de Asunción que se ha dado a esta fiesta".

Parece que ya en tiempo del Concilio de Efeso se veneraba en aquella ciudad el tránsito de María a los cielos y ya se había edificado en su honor la Iglesia Mayor. San Beda, en su Martirologio propuso llamar a esta fiesta "de la Dormición" (Dormitio) y el monje Usuardo la denominó del Sueño de la Virgen, término que se usó hasta que la Iglesia fijó en sus calendarios la palabra Asunción.

Independientemente de ceremonias como la del Descendimiento, tradición del XVIII conservada ya en muy pocos lugares, determinadas costumbres, como la de rezar en la Corona un septenario más dos avemarías, se basan en piadosas creencias como la de que la Virgen vivió 72 años antes de abandonar este mundo para ser trasladada al cielo.


Hay mucha discusión acerca de este punto, aunque el sabio alemán Euger, que publicó el texto árabe del Tránsito de la Bienaventurada Virgen María en 1854 tras descubrirlo en una biblioteca de Bonn, no dudaba en afirmar que la Virgen tenía 48 años en la época de la Pasión. Otros autores como Evodio, citado por Nicéforo, calculaban que tendría 57 años cuando se produjo su tránsito. San Hipólito de Tebas, decía que 59. San Epifanio sube a los 70 y Melitón, obispo de Sardis, sostiene que la Asunción tuvo lugar 21 años después de morir Cristo. 

La tradición franciscana, y en particular la de la Orden Tercera que era la que se encargaba de difundir y mantener representaciones como la mencionada del Descendimiento, acepta los 72 basándose en relatos apócrifos como el citado y tradiciones antiguas como La Vie de trois Maries, del clérigo francés Jean Vennet, del siglo XIII, época en la que, por cierto, vivió San Francisco de Asís.


La fiesta de la Asunción en Tierra Santa

Cada 15 de agosto en el Valle del Cedrón, a los pies de Getsemaní y en la iglesia de la época cruzada que ahora es ortodoxa, como todos los años, los fieles de Jerusalén y los peregrinos tienen la gracia de celebrar la solemnidad de la Asunción de María al cielo.

La fiesta de la Asunción se celebra a lo largo de distintos momentos de oración, que comienzan la víspera con la vigilia en el sepulcro de María, junto a la Basílica de la Agonía. Al finalizar la oración, los participantes se dirigen con velas encendidas a la basílica de Getsemaní, pasando junto al Huerto de los Olivos, para recibir la bendición final.


En la mañana del 15 de agosto celebra el momento litúrgico más importante, en la misma basílica. Por la tarde, el custodio de Tierra Santa ha presidido las segundas vísperas solemnes en la Gruta del Arresto, junto a la iglesia de la Asunción, en donde un fresco, situado ante el pequeño altar, representa a María asunta al cielo.

La peregrinación continuó hacia la Basílica de la Asunción. La silenciosa procesión desciende por la larga escalinata, que, situada junto a la fachada, mantiene aún el austero y solemne estilo cruzado, hasta llegar a la Tumba de la Virgen. Allí, la asamblea recogida en oración vive un intenso momento de oración, animada con melodías marianas de la tradición occidental, con una única voz, eco de las incesantes oraciones que, en este santo lugar, se han pronunciado a lo largo de los siglos.

Todos los presentes, tras el custodio y los franciscanos, entran en el edículo para acercarse al bloque de roca, único resto conservado de la tumba vacía de María.

En este día, a los cristianos latinos se les permite presidir una breve liturgia pues en la iglesia, conocida como «Tumba de la Virgen», solo ofician los cristianos ortodoxos, griegos y armenios. Los frailes menores, tras un período en que fueron los únicos propietarios, fueron definitivamente expulsados el año 1757.

Aunque es cierto que ningún texto canónico precisa cómo transcurrió María sus últimos años o cómo dejó la vida terrenal, algunos libros apócrifos, reunidos bajo el ciclo de la «Dormición de la Virgen» (todos ellos tienen como base un documento original, un prototipo judeocristiano redactado alrededor del siglo II) nos proporcionan una serie de informaciones acerca de los últimos días y sobre la muerte de María diciendo, entre otras cosas, que los apóstoles depositaron el cuerpo de la Madre de Jesús en Getsemaní, en una tumba nueva que, pasados tres días, encontraron luego vacía. La tumba, custodiada y venerada por los judeocristianos desde los primeros siglos, fue después aislada del resto de tumbas y encerrada en una iglesia. La veneración y el culto a María en este lugar no han cesado nunca, a pesar de todas las transformaciones sufridas, y es precisamente en este lugar donde nació y se alimentó la fe del pueblo cristiano en la Asunción de María al cielo.

Los cristianos de rito oriental dedican todo el mes de agosto a María. El 1 de agosto comienza el mes mariano y la así llamada «Cuaresma de la Virgen», quince días de ayuno en preparación a la fiesta del día 15.

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