¡SÍ, AQUÍ ESTOY, AMÉN, ¡ALELUYA!
Este Domingo de Pascua se abre para nosotros un nuevo camino de vida y de salvación, porque sí, hemos necesitado y necesitamos ser salvados de nuestros errores y fallos, de nuestras meteduras de pata y de nuestras negatividades. La salvación que nos trae Jesucristo con su resurrección es un cambio de rumbos en nuestras vidas cansadas y agitadas o agobiadas por problemas y dificultades.
Esto no quiere decir que dejemos de ser quienes somos y lo que somos, sino que lo seamos teniendo en cuenta que, contamos con la novedad de Cristo en nuestra vida, que todo a sido borrado por su pasión y muerte y renovado por su resurrección, si queremos dejarle resucitar en toda nuestra vida.
Y por eso esta exclamación pascual que nos hará caminar en nuestras comunidades durante toda nuestra Pascua: ¡Sí, Aquí estoy, amén, ¡aleluya! Un lema de renovación y sobre todo de incondicionalidad a la Palabra y a la vida que Dios nos vuelve a regalar, porque todo, siempre tiene solución cundo lo ponemos en sus manos y en su presencia, cuando queremos vivir a lo resucitado y a lo cristiano, antes que a lo moderno y a lo que otros digan.
SÍ, como María, la mujer fuerte y valiente, que no se dejó llevar por los estereotipos, sino que se entregó al plan de Dios en su vida.
Aquí estoy, como los grandes profetas y creyentes de toda la historia que de se han abierto, decididamente a la voluntad de Dios y a su camino.
Amén, como todos los que creen y se fían de Dios, de su Palabra, de su camino nuevo y rejuvenecedor.
Aleluya, que sigue siento el grito de la Pascua, porque nuestro Señor, el crucificado, ha resucitado y está caminando con nosotros, renovándolo todo y renovándome en todo.
La Pascua es la nueva oportunidad, la de los optimistas y la de los que quieren caminar juntos. La de los que se dejan sorprender por el Señor, y se ponen siempre manos a la obra porque aún hay mucho que hacer, y todos juntos, estamos llamados a arrimar el hombro. Pero es peligrosa para los criticones, para los soberbios, los amargados, para los que se las saben todas, los que están por encima de los demás, los que se creen imprescindibles y los que lo ven todo negativo, porque se sienten amenazados y empujados fuera de sus poltronas y fachadas puritanas.
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