martes, 2 de abril de 2019

Jesús nunca es indiferente a las peticiones y dolores

Por: Redacción | Fuente: ACI Prensa

Durante la Audiencia General del pasado 27 de marzo, el Papa Francisco continuó su predicación sobre la oración del Padre Nuestro y se detuvo en la parte en que presentamos a Dios nuestras necesidades “danos hoy nuestro pan de cada día”.

En esta línea, el Santo Padre explicó que el pan significa “lo necesario para la vida: alimento, agua, casa, medicinas, trabajo. Es una súplica -dijo- que surge de la misma existencia humana, con sus problemas concretos y cotidianos, que pone en evidencia lo que a veces olvidamos: que no somos autosuficientes, sino que dependemos de la bondad de Dios”.

Por ello, el Pontífice aseguró que “Jesús nunca pasa indiferente a estas peticiones y a estos dolores”.

En su catequesis, el Papa señaló que “los Evangelios nos muestran que para mucha gente el encuentro con Jesús se da, precisamente, a través de una súplica, de una necesidad” es posible encontrar en las Sagradas Escrituras quien pide el pan o la curación y otros quienes suplican la liberación y la salvación.

De este modo, el Santo Padre aseguró que “Jesús no pide invocaciones refinadas, por el contrario, toda la existencia humana, con sus problemas más concretos y cotidianos, puede convertirse en oración”.




“Jesús nos enseña a pedirle al Padre el pan de cada día. Nos enseña a hacerlo junto a tantos hombres y mujeres para quienes esta oración es un grito, que a menudo se sostiene en su interior, que acompaña la ansiedad cotidiana. ¡Cuántas madres y cuántos padres, incluso hoy, se van a dormir con el tormento de no tener suficiente pan mañana para sus hijos!”, exclamó.

En este sentido, el Pontífice animó a rezar la oración del Padre Nuestro desde la realidad “no es un ejercicio para ascetas; parte de la realidad, del corazón y la carne de las personas que viven en necesidad, o que comparten la condición de quienes no tienen lo necesario para vivir”.

En este sentido, el Papa pidió detenerse para pensar en los niños hambrientos del mundo, de los países en guerra, y animó a suplicar al Padre que nos done el pan cotidiano.

Además, el Santo Padre recordó el pasaje del Evangelio de San Juan que narra la multiplicación de los panes y destacó la generosidad del joven que compartió sus cinco panes y dos peces. “El verdadero milagro realizado por Jesús aquel día no fue tanto la multiplicación, sino el compartir”.

“De hecho, solo la Eucaristía consigue saciar el hambre de infinito y el deseo de Dios que anima a todo hombre, también en la búsqueda del pan de cada día”, explicó el Papa.

Al finalizar, Francisco invitó a pedir al Señor “que no nos haga faltar nuestro pan cotidiano, y nos ayude a comprender que este no es una propiedad privada sino, ayudados por su gracia, es providencia para compartir y oportunidad para salir al encuentro de los demás, especialmente de los pobres y necesitados”.

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