martes, 12 de febrero de 2019

¿Pescador de hombres?

Hola yo soy Pedro. Junto con Santiago y Juan fuimos los tres discípulos de Jesús que vimos el milagro de levantar de la muerte a la hija de Jairo, vimos a Jesús en la Transfiguración y estuvimos más cerca de Él, durante su agonía en el huerto de Getsemaní. 

Yo me llamaba Simón, hasta que un día Jesús me vio y me cambió el nombre por Pedro, que significa piedra. Yo era pescador en el mar de Galilea. Juan, Santiago, otros compañeros y yo habíamos dejado nuestras barcas en la orilla y estábamos lavando las redes, cuando Jesús que iba caminando por la orilla, rodeado de mucha gente que quería oír la palabra de Dios, se subió a mi barca y me pidió que la alejara un poco de la orilla.

 Desde mi barca se sentó a enseñarles a todos. Luego, cuando acabó de hablar, me vio y me dijo: “Rema mar adentro y echa tus redes para pescar”. Yo, el conocedor, le dije: “Maestro: hemos estado trabajando toda la noche y no hemos pescado nada, pero confiado en tu palabra, echaré las redes”; y en cuanto caían las redes, se llenaban con tantos pescados que temíamos que las redes se rompieran. Les hicimos señas a Juan y a Santiago que estaban en la orilla con la otra barca, para que vinieran a ayudarnos; y también su barca se llenó de peces, a tal punto que casi se hundían las dos barcas. 

En ese momento, me di cuenta de lo que pasaba: Jesús era en verdad, el Hijo de Dios; y cayendo de rodillas ante Él, le dije: “Aléjate de mi Señor, que soy un hombre pecador”. Todos estábamos asombrados por el milagro que acabábamos de presenciar. Jesús con toda calma me dijo:”No temas. Desde ahora serás pescador de hombres”. 

Llevamos las barcas a tierra y dejándolo todo, desde ese momento Juan, Santiago, Andrés y yo, le seguimos. ¡Qué bueno que en ese instante, sin dudar ni pensarlo mejor, los cuatro, decidimos seguirlo! Esa fue la mejor decisión que tomé en mi vida; y de la que nunca me arrepentí. Jesús me llamó a ser su discípulo y me invitó a ser pescador de hombres. 

Yo al principio, no entendí de qué se trataba, pero luego comprendí que Jesús me invitó a ayudarle a pescar hombres para el Reino de Dios. Gracias a la fuerza y al amor que Jesús me dio, pude serle fiel. Y el Espíritu Santo me transformó para ser valiente, tener mucha fe, entusiasmo, optimismo y estar lleno de fervor. A Juan también lo invitó.

 Él fue el discípulo que nunca dejó sólo a Jesús, aún en los momentos más difíciles. En la cruz, ahí estaba Juan, junto con la Virgen María, a los pies de Jesús. En ese momento Jesús le dijo a María: “Mujer ahí tienes a tu hijo” y luego le dijo a Juan: “ahí tienes a tu madre”. 

Es un regalo que le da a Juan, vivir acompañado de la Virgen María en persona. Y también invitó a Santiago, que era hermano de Juan. A ellos dos les decíamos los hijos del trueno. Ya te imaginarás el carácter y la voz que tenían. A ti también, hoy te invita Jesús, a ser pescador de hombres. Te invita a que tú invites a otros a vivir con Jesús. 
Juan Miguel Pellat Thomé

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