lunes, 4 de febrero de 2019

Palabras del Párroco

¡ZAS!... EN TODA LA BOCA.
La semana pasada dejábamos a la gente con los ojos fijos en Jesús, después de que leyera la Palabra de Dios. Seguramente, esperaban unas palabras como las de siempre, como las que estaban acostumbrados a escuchar, y que este joven rabino, al que todos conocías, pues era el hijo de José y de María, al que habían visto correr por las calles y trabajar con su padre en la carpintería, fuera un guardín de la tradición judía.

Pero la cosa se complica, porque Jesús comienza a decir cosas nuevas y les echa en cara que solo buscan milagros y que no creen en lo que dice porque lo conocen. No se quieren dejar sorprender por Dios y quieren acotar a Dios dentro de sus ideas y de sus maneras. No interesa que Dios sea Dios, y mucho menos que este venga ahora con ideas nuevas, con lo bien que estamos aquí con lo de siempre y como siempre.

Y la reacción lógica, lo empujan para despeñarlo, para quitárselo de encima porque no quieren ya escucharlo… ¡Qué brutos, los vecinos de Jesús! Podríamos pensar. Hasta podemos sentir lástima de él, de que no lo escuchen o de que solo vayan buscando milagros, teniendo allí a Dios encarnado, no se le puede perder así.

Pero esta realidad y este grato a Jesús se lo seguimos dando hoy en nuestro mundo y en nuestra Iglesia. Seguimos viviendo un falso escándalo cuando se nos invita a seguir dando pasos en la fe y a dejarnos renovar y rejuvenecer por el Señor. Cuando se nos dice que escuchemos de verdad su Palabra y nos dejemos interpelar por ella. O dejamos la eucaristía encerrada en el sagrario, cuando se nos pide que la llevemos con nuestra vida comprometida a los demás, especialmente a los pobres y a los que anda tienen.

Una vez más, Jesús, nos presenta su programa de vida y nos invita a seguirlo, y ya sabemos que para hacerlo es necesario dejar falsas seguridades y arriesgarnos a un compromiso que nos complica la vida. Si lo hacemos, seremos cristianos de verdad, y si no lo hacemos, seremos cristianos de cumpli-miento. ¿Qué elegimos?

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