jueves, 20 de diciembre de 2018

Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer


Por: Mons. Enrique Diaz, Obispo de la Diócesis de Irapuato | Fuente: Catholic.net 



Isaías 7, 10-14: “He aquí que la Virgen concebirá y dará a luz un hijo”
Salmo 66: “Que te alaben todos los pueblos”
Gálatas 4, 4-7: “Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer”
San Lucas 1, 39-48: “Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre”

“Eres la mujer de casa y, además, peregrina,
dedicada a lo tuyo como mujer y esposa,
pero sigues la huella por donde Dios camina
y estás de corazón en cada cosa.
Estás en la montaña antes del alba,
-que el amor te apresura-,
y en cualquier otro Belén por esperar
que nazca de nuevo Dios,
y preparar su cuna.

Te haces de nuestra raza,
pronuncias nuestra lengua con dulzura
y nos pides te hagamos una Casa,
para en ella mostrarnos tu sin igual ternura.
Bajas, subes, que para eso eres ave,
ayer por el Calvario y por el cielo,
hoy por la patria suave,
y en pos de ti volamos en tu vuelo”.
¿Cómo olvidar las palabras dulces de la Madre al indio Juan Diego, si son palabras que se prenden en el corazón y llenan de esperanza? “Hijito mío, el más pequeño, no se turbe tu corazón ni te inquiete cosa alguna. ¿No estoy yo aquí que soy tu madre? ¿No estás bajo mi sombra? ¿No estás por ventura, en mi regazo?”

Es verdad que son tiempos difíciles, pero en medio de la oscuridad, brilla más el resplandor de una madre que se acerca al desprotegido y humillado. Es verdad que las tinieblas de la violencia se han adueñado de nuestros paisajes, pero el don del Nuevo Sol, que se prende al vientre de María, vence toda oscuridad. Es verdad que hoy la maldad parece adueñarse de nuestros corazones, pero la bondad de María que nos ofrece a su Hijo, es capaz, como buena Madre, de rescatar al que estaba perdido.12 de Diciembre, fiesta entrañable en el corazón del mexicano. Fiesta de la piel morena que se encuentra a la Reina del Cielo vestida de sus mismos colores, fiesta de la unidad que rompe las discriminaciones y diferencias, fiesta de la esperanza que vence todo pesimismo.
Fiesta de la fe, que renace y se fortalece en nuestras debilidades, en la “pequeñez e ignorancia del indio”, en el cumplimiento de la voluntad de “El que todo lo puede”. Fiesta de la Madre que nos ofrece ternura hecha carne y temblor hecho hombre para dar vida pues es el Verdadero Dios por Quien se vive, fiesta del Niño que está por llegar.

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