Cuando reina la verdad en la vida y en las actitudes de una persona, decimos que es auténtica, coherente y trasparente. Cuando actuamos con la verdad, decimos que somos libres y que nos dejamos manipular por nadie. Cuando algo es verdad, decimos que es cierto porque así ha sido corroborado.
Pero la verdad es una palabra que hace referencia a una actitud de vida que nos hace ciertos en nuestras actuaciones, responsables en nuestras practicas, veraces en nuestras palabras, a la vez, de que invita a que se confié en nosotros, porque, normalmente hacemos lo que decimos o vivismos conforme a lo que predicamos y anunciamos.
La verdad hace amigos y junta a personas que se ennoblecen por ser ellas mismas, por ser auténticas y por no buscar dobleces en su vida. La verdad, es una actitud que debería estar muy presente en el estilo de vida de los cristianos, pues decimos seguir e imitar al que es la Verdad, a Cristo el Señor.
En este domingo, celebramos a Cristo, Rey del Universo, y ponemos fin al Tiempo Ordinario de este año. Y en el Evangelio, que nos trae el diálogo entre Pilato y Jesús, durante su Pasión, El Señor se identifica como Rey y como Testigo de la Verdad. Pilato, zanja la cuestión preguntándole: -Y, ¿qué es la verdad?
Ante la ausencia de verdadera fe en Cristo, no encontramos respuesta a esa pregunta, como la pudo encontrar Pilato. Nosotros, que somos hombres y mujeres de fe, deberíamos saber responder, si no cosificamos la pregunta, sino que, más bien nos preguntamos: ¿Quién es mi verdad? O más claro: ¿Quién reina en mi vida? ¿A quién sigo? ¿Quién me da vida y me hace dar vida? ¿Quién da sentido a mi vida, a mi camino, a mi verdad?
No tengamos miedo a responder a estas preguntas porque de esa respuesta hecha con sinceridad ante Dios, depende el camino que recorremos cada día como testigos de Cristo-Verdad, vivo y resucitado, el que sabemos que da sentido nuevo a nuestra vida a veces cansada, frustrada o desesperad.
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