Es curioso escuchar como la Palabra de Dios, nos habla del final de los tiempos y de la preparación que debemos tener y manifestar en nuestra vida, para cuando llegue ese momento, pues no sabemos en qué momento ni que día será.
Muchas películas hemos visto sobre este acontecimiento venidero y la mayoría siempre viene cargada de grandes catástrofes de la naturaleza, es como si la creación entera se revelara contra el ser humano por todo lo que la hacemos sufrir y maltratamos.
Pero lo que nos dice el Señor, es que estemos preparados cuando llegue ese momento, no porque sea así, ni porque nos vayamos a morir, pues no sabemos como será, sino simplemente, que estemos preparados. Y preparase en cristiano es estar en lo que se tiene que hacer, en lo que tenemos que hacer, es decir, comprometidos con nuestros hermanos y siendo hombre y mujeres de fe.
Ese debe ser cada día nuestro camino y nuestra menor carta de presentación, pues el cristiano que no se compromete por hacer vida el Reino del amor de Dios, desde el encuentro profundo con él, difícilmente podrá dar testimonio del Señor, sino que más bien, se anunciará a si mismo y pasará de la fe y del camino del amor. El cristiano comprometido es capaz de entregarse y de dar la vida al estilo de Cristo, estando con los más pobres, más necesitad y sin miedo a anunciar el camino nuevo del Señor.
Nos faltan muchos cristianos así, comprometidos, que gasten su vida en el amor a Dios y a los hermanos. Cristianos que no solamente hablen, sino que hagan vida su fe allí donde son necesarios palabras y acciones de aliento y de amor. Pero, desgraciadamente, nos sobran cristianos de crítica y de queja, que todo lo ven negativo y que solo se dedican a criticar a los demás; como dice el papa Francisco, son terroristas que matan la dignidad y la fama del hermano.
Busquemos el ser un compromiso viviente, que anunciemos y llevemos a los demás el Reino del amor de Dios.
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