Comenzamos el mes de Noviembre recordando a Todos los Santos, todos los hermanos y hermanas que, han querido ser fieles al camino de Jesucristo, han vivido demostrado que seguirle es posible.
Conmemoramos también a todos los difuntos, tantos hermanos de camino que ya nos “han precedido con el sigo de la fe y duermen el sueño de la paz”. Visitamos el cementerio, el semillero para la vida eterna, y oramos por su descanso eterno, recordando y dando gracias por lo que fueron y significaron para nosotros.
Es un mes para celebrar y recordar muchos acontecimientos de nuestra vida, y para comprobar y festejar que, nuestra fe, es la que mejor mueve nuestra vida, pues es más que un sentimiento interno o algo personal, es una fuerza interior que nos hace hasta dar la vida, como tantos de esos santos que, enamorados perdidamente de Cristo y de su Reino, se entregar por amor.
El Día de la Iglesia Diocesana, será la jornada en la que la Misión Diocesana dedicamos a acompañar y fructificar en las periferias existenciales y geográficas de nuestra parroquia. Cristo nos envía a nuestras calles y plazas a dar un testimonio creíble de lo que somos, a estar como cristianos en cualquier realidad y a no cansarnos de anunciar y llevar el mensaje de amor de Dios, su Reino de paz, ternura y acogida, para que sea conocido por todos. Somos una Iglesia en salida y que está sin esconderse
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