Servir
Es una palabra complicada de aceptar y de vivir. Sobre todo, de vivir. Y debería de ser la palabra y la actitud más practicada y sabida por todos los cristianos. Pues como Jesús nos dirá en el evangelio de este domingo, ante la petición de los dos hermanos: Santiago y Juan, lo importante es servir y no buscar los primeros puestos ni las palmaditas en la espalda.
No somos unos privilegiados por estar en la Iglesia. Somos privilegiados porque acogemos a los demás, porque nos esforzamos en dar la vida, porque estamos al lado de los que sufren y de los más pobres, porque gastamos nuestra vida al estilo de Cristo y siempre a favor de los demás.
Y cuanto nos cuesta, como siempre, darnos cuenta de todo esto que debe ser camino en nuestra vida y forma de actuar para todos nosotros. De ahí que no debamos quedarnos en las apariencias o en los títulos o en lo que otros hacen o dicen, sino que debamos bajar al camino, a la calle y allí hacer real y fructífera nuestra fe y nuestra confianza en Dios.
El cristiano no es el hombre y la mujer de los privilegios o el que, simplemente se pasa por la parroquia a rezar algo. El cristiano es el hombre y la mujer que, por hacer su vida oración, por dejar a Cristo entrar en ella, se siente movido por el Espíritu, no a encerrarse en la oscuridad, sino a estar presente donde cada hombre y cada mujer se encuentran y donde somos necesarios.
Huyamos de privilegios y de felicitaciones, corramos detrás de hacer presente el amor de Dios, entregando la vida y sirviendo al estilo de Cristo. Para eso estamos aquí, como cristianos y creyentes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario