Octubre es siempre el mes del Rosario. Nuestra tradición cristiana nos ha invitado siempre a Mirar también a María por medio de esta sencilla oración que, ella misma, reveló a Santo Domingo de Guzmán.
Pero para nosotros es también el encuentro con Cristo hecho misericordia por nosotros, pues celebraremos la Fiesta del Santísimo Cristo de la Misericordia. Imagen a la que tantas veces acudimos y que no deja de recordarnos en grande, profundo y tierno amor de Dios por cada uno de nosotros.
Motivos para provocar y afianzar en encuentro de cada uno de nosotros con Jesús, de dialogar con él en la oración, para que así nos parezcamos más a él, para que vayamos dando pasos en este camino de la configuración de nuestra vida con la suya, y poder realizar la verdad de una vida que da fruto a la sobra de la Palabra de Dios y en el camino del encuentro con él.
Además, ya se nos envía a adentrarnos en las periferias existenciales, en este año de la Misión Diocesana. A veces pensamos que hay que ir a los suburbios o a las chabolas para estar en las periferias, y que como de eso no hay aquí, pues no tenemos nada que hacer. Pero debemos pensar que las periferias están en nuestro propio corazón, en nuestra propia vida: en nuestras lagunas formativas o de fe, en nuestra pobre acción social o en nuestras pocas ganas de crecer y madurar. En las mediocridades y cinismos de nuestro día a día o en nuestra falta de compromiso cristiano.
No olvidemos que somos anunciadores y portadores del tesoro de la Buena Noticia del Reino del amor de Dios, y no podemos ni ocultárnoslo ni mucho menos escondérselo a los demás.
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