ES LA TRADICIÓN
Este domingo parece que la Palabra nos viene como que ni pintada, sobre todo, porque nos hace reflexionar sobre la ley, los mandamientos, las tradiciones y todas esas que, o bien vemos como una obligación o prohibición en nuestra vida, o bien las tenemos como algo inamovible, aunque no sepamos muy bien para qué sirven o de dónde vienen, pero… “como siempre sea hecho así”, nosotros no vamos ahora ha hacerlo diferente, aunque sepamos que es momento y tiempo de cambiar.
A veces, más que cristianos abiertos al soplo siempre nuevo, vivificante y rejuvenecedor del Espíritu Santo, parecemos cristianos aferrados a lo de siempre y viviendo de una manera oscura y poco creativa, en la que parece primar la línea recta del no salir del camino marcado por otros, antes que la apertura a la sorpresa del amor de Dios, que siempre nos hacer entender que, lo importante no es lo que siempre hemos hecho así, sino hacer lo que tenemos que hacer en cada momento, de la manera y forma que este momento concreto nos exige a nosotros como cristianos y creyentes, salvaguardando siempre la realidad fraterna de los hermanos y el anuncio de la Buena Noticia.
Jesús llamaba la atención sobre la forma de cumplir los mandamientos que tenían sus contemporáneos, porque se quedaban en la letra de la ley, y no iban al fondo de ella, al espíritu que contenía, y de ahí que se inventaran muchas otras para incumplir la principal que era la impórtate. Por eso nos dejó un mandamiento único: El del amor a Dios y a los hermanos, y a pesar de ser único y tan sencillo, seguimos incumpliéndolo, pasando de él y adornándolo de otras cosas para no hacerle caso, porque este mandamiento si que toca toda nuestra vida y sí que nos hace vivir como lo que somos. Es muy peligroso, sobre todo porque para amar hace falta ser libre de todos los prejuicios y apariencias.
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