jueves, 27 de septiembre de 2018

Palabras del Párroco

NO ME CAMBIES EL TEMA

Sigue Jesús comunicando a sus discípulos en que concíste ser discípulo suyo, qué es ser cristiano y creyente. Ya el domingo pasado avisó de las consecuencias de seguirle, y en cómo había que cargar con la cruz, y ya sabemos como Pedro quiso escabullirse de eso, llamando la atención a Jesús.

El grupo de los discípulos es más sutil, pues directamente se ponen ha hablar de otra cosa. No les interesa el camino de la cruz para llegar al Reino de Dios, pues sigue pensando que es un Reino humano, como los nuestros, en los que todo vale para poder alcanzar los primeros puestos, y ser así el más importante.

Seguimos pensando que, el más importante es el mejor, y que el primero es el que debe ser seguido, y nos damos cuenta de que, la lógica de Dios es a la inversa. Porque el importante es el humilde, el sencillo, el que sirve, el que está detrás. Y al que hay que seguir es al que enseña el camino con discreción, el que no busca felicitaciones ni lisonjas baratas, sino que hace lo que debe hacer porque cree que eso es bueno para él y para la comunidad.

Lo contrario nos lleva siempre a peleas, a envidias, a celos, a críticas y a no construir comunidad ni familia, a no dejar nuestra fe, sino a manifestar que no estamos en el camino de Cristo, sino en el nuestro propio. Y esta es la peor manera que tenemos de tergiversar el camino de la fe, el de los discípulos de Cristo. Cuando nos subimos al caro del egoísmo, al carro del “yo soy el importante”, estamos dejando en la cuneta el carro de la verdad y de la fidelidad, el de la humildad y la sencillez, que son los que hacen falta para entrar por la puerta del amor.

¿Cuál es tu carro? ¿Qué haces como creyente? ¿Qué camino sigues?

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