En este mes de septiembre, ya quedan atrás las fiestas grandes de nuestro pueblo, en las que hemos querido crecer en unidad, en compañía, en acogida, en ser más solidarios y comprometidos.
Pero seguimos festejando y alegrándonos esta vez, con el barrio de El Guincho, porque nos sale el encuentro la fiesta de la Virgen de la Consolación. María no va a estar alejada de nuestra vida, sino que, va a seguir siendo estrella luminosa en el camino que recorremos cada día.
Septiembre es el mes de volver a recomenzar el camino, pues, aunque el calor y el buen tiempo sigan animando nuestro día a día, ya muchos volvemos a nuestra actividad cotidiana y los colegios comienzan a impartir sus clases.
Por eso, de igual manera, nuestras actividades parroquiales, comienzan, poco a poco, y vuelven a dar más vida a las parroquias: la catequesis, la Escuela de la Biblia, el trabajo de los consejos parroquiales y de economía, las reuniones de formación, etc.
Y comenzamos el penúltimo año de nuestra Misión Diocesana, en el que se nos sigue invitando a acompañar para fructificar, pero esta vez de una manera más comprometida, más en profundidad y estando presente en las periferias existenciales y vitales, donde los creyentes tenemos que llevar el ánimo y el aliento de la fe, de la vida en Cristo, por eso sobra decir, que hace falta seguir adentrándonos en la conversión personal y de las estructuras y, sobre todo, dejándonos guiar por la fuerza del amor de Dios, que está en nuestro corazón.
Este nuevo curso, vamos a dejarnos llevar por el corazón, allí donde el quiera arrastrarnos, para hacernos cercanos y ser cercanos
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