SAN ROQUE
Pocos nombres son tan expresivos y llegan a nuestro corazón como este. Pocos santos nos hacen caminar con fuerza y sabiéndonos protegidos como éste. Pocas semanas causan en nosotros tanta alegría como esta que nos disponemos a iniciar este Domingo.
Y lo hacemos de la mano del Señor de la historia, de Cristo, que en el evangelio se nos presenta como el pan de la vida. No usa comparaciones, ni juegos de palabras, sino que, directamente, nos dice que él, es el alimento que necesitamos para vivir, para tener vida, porque si no nos alimentamos de él, no tenemos vida, ni daremos vida.
Más claro el agua. Y que bien comprendió y vivió esto nuestro Glorioso San Roque. Bien sabemos como lo dejó todo, por alimentarse de Cristo, y por llevarle y verle en los enfermos incurables a los que atendía y cuidaba. Sólo lo pudo hacer, porque no dejó de alimentarse de Cristo, el pan de la vida, porque descubrió que su fuerza venía de ese alimento celestial que cada día llenaba su alma y su vida, el que le hacía vivir y dar la vida a los demás.
Celebrarle es imitarle en todo: en su quehacer, en su entrega a Dios en los más pobres, en su constante dedicación a los demás y en ser útil a los demás. Eso quiere decir que, no podemos contentarnos con mover una cañita, ni en ir en una Romería sin más que beber y comer. Eso quiere decía que nuestras cintas de colores deben ser los más pobres, a los que acogemos y cuidamos, y que nuestra romería debe ser las muestras de acogida y de ayuda, de ternura que manifestamos a los demás, porque eso fue lo que hizo San Roque.
Pero, además, celebraremos también a la Virgen de la Candelaria. María que no deja de aparecer en el horizonte de nuestra vida para iluminarnos el camino del encuentro con Jesús, su Hijo, el Pan de la vida.
Y con santa Beatriz de Silva, que también nos demuestra como viven y hacer lo que tiene que hacer aquellos que se alimentan de Cristo y se dejan llenar y guiar solo por él.
Ejemplos no nos faltan esta semana. ¿A cuál te apuntas?
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