<<VIVIR PARA FRUCTIFICAR>>
Los meses centrales de verano, son los de el comienzo de nuestras fiestas y en los cuales más tiempo tenemos para encontrarnos, para hacer cosas juntos y para tener más tiempo libre, dedicado al disfrute personal y a estar con los amigos y con aquellos que hace tiempo que no vemos.
Son meses de vacaciones y de descanso o por lo menos, de hacer las cosas a otro ritmo más tranquilo y sosegado. El calor va marcando hasta nuestro ritmo de vida y de actuaciones, no sólo para ir al Caletón, a la piscina o a la playa, sino también para realizar otras cosas diferentes a las que normalmente hacemos.
Son meses también para ordenar nuestro tiempo, nuestras casas, y porque no, también nuestra vida, nuestros caminos y hasta nuestras actitudes y sentimientos, de ahí que no debamos darle vacaciones a nuestra fe, si no más bien, acercarla también al aire fresco del mar y al apacible baño de las olas o de la buena compañía de las tardes y noches de verano.
Nuestras fiestas nos ayudan a ellos, sobre todo, nuestras ganas de hacer cosas juntos, pues nos damos cuenta de que nos necesitamos, de que precisamos vivir en armonía y en ternura unos con otros, en constante lucha para ser nosotros mismos y para poner en alza nuestro mejores y mayos ideales y sueños.
No se nos escapa de que vivimos tiempos de cambios rápidos, pero no frustrantes, a los que debemos dar una respuesta vital con nuestra serena y segura actitud de vida, que debe buscar más el crecer y el madurar, el hacer vida las ilusiones y esperanzas, antes que el aislamiento y el tedioso aburrimiento de hacer siempre lo mismos, porque eso denota falta de fe.
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