Una vez más El Señor se compara, pero esta vez lo hace con una vid, pero no cualquiera, sino la vid verdadera, la que da vida y da fruto abundante, y nos dice que somos nosotros sus sarmientos, y que tenemos que permanecer unidos a él para no secarnos y para dar fruto abundante.
Pero a nosotros no nos suele gustar estar unidos a nadie y menos depender de alguien. Y de la vid lo que preferimos es el vino, pues nos hacemos hasta expertos en él y no reusamos una copita o un vasito.
El Señor pide que seamos nosotros ese vino que de sabor de alegría y de optimismo a este mundo, y que llagamos desde el encuentro y desde la unidad con él, porque, como cristianos, sin él no podemos hacer nada; y corremos el riesgo de convertirnos en una ONG de buenas intenciones, pero de pocas o nulas acciones.
El que permanece unido a Cristo, la Vid Verdadera, sabe que nada le puede faltar y que su vida dará fruto, porque no tiene miedo a los fracasos o tropiezos, sino que, más bien, busca siempre la esperanza y las nuevas oportunidades.
Unidos a Cristo para se sus testigos, los que llevamos su amor y su ternura para emborrachar este mundo de cariño, de caminos nuevos y de amores nuevos.
Apuntes de Liturgia.
Sabías qué…
Nos arrodillamos en la consagración del pan y del vino, porque es cuando, por la invocación del Espíritu Santo, se convierten en el Cuerpo y en la sangre del Señor. Es la prenda del memorial del Señor, lo mismo que él hizo en la Última Cena y que actualizamos en casa Eucaristía, haciéndose él presenta en cada na de ellas. Nos arrodillamos porque es lo más grande que tenemos y porque es Cristo mismo el que está allí, sobre el altar. Y ante esa presencia divina ¿quién puede permanecer de pie?, pues solo el impedido que puede arrodillarse, pero q si se inclina, o el que no quiere arrodillarse porque no sabe que está ocurriendo o el que se cree más grande que Cristo, que … “de todo hay en la viña del Señor”.
Terminada la consagración, no podemos de pie y aclamaos la presencia real de Cristo entre nosotros. Porque el pueblo, los fieles que asistimos a la Eucaristía, siempre aclamamos puesto en pie.
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