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Programa de Semana Santa 2018
Historia, Arte y Tradición:
La Villa y Puerto de Garachico, situada al Norte de la isla de Tenerife, poseedora en el pasado del más importante puerto de la isla y con un esplendor que nos habla de un rico comercio, residencia de hacendados comerciantes y banqueros – como lo fuera D. Cristóbal de Ponte, su fundador – y de afamados artistas que hicieron de Garachico una villa floreciente en la que llegaron a existir cinco conventos (Agustinos, Dominicos,Franciscanos, Clarisas y Concepcionistas) y donde las celebraciones religiosas, como la Semana Santa, mantuvieron y aún conservan un sello de seriedad y prestigio.
Órdenes religiosas, vecinos y la presencia de milicias dieron a la Semana Santa Garachiquense un matiz diferente, tanto en la liturgia del templo como en la ceremonia en la calle.
La Semana Santa Garachiquense, cuatro veces centenaria, guarda en su imaginería el sello inconfundible de la Escuela Sevillana y valiosas muestras de arte isleño nacidas de la gubia de hombres como Alonso de la Raya o Blas García Ravelo, discípulos del gran imaginero Martín de Andújar y Cantos. Aún hoy podemos ver desfilar por las calles con olor a incienso y sabor a salitre del Atlántico las imágenes de Cristo y su Madre y las impresionantes esculturas de los Santos Varones, ampliamente elogiadas por el Marqués de Lozoya, quién las ha calificado de piezas importantísimas en la escultura religiosa de las islas.
Desde el siglo XVII, sigue conservando Garachico una procesión singular y sorprendente. En el atardecer del Domingo de Ramos, es trasladada la imagen del Cristo de la Misericordia (de origen y fabricado en pasta de maíz por los indios Tarascos), desde la Parroquia hasta el oratorio partículas de la Familia Ponte. La imagen no lleva adornos. Va envuelta en un tafetán negro, sobre los hombros de cuatro sacerdotes. No tiene acompañamiento musical y se lleva a toda prisa como si en el traslado hubiera algo que ocultar. Siempre se hizo así y la costumbre ha prevalecido. Regresa a Parroquia el Viernes Santo, pero ya en su urna de plata, convertido en yacente. La imagen pasa a tomar parte de la llamada Procesión Magna, integrada por 22 pasos.
Otra de las ceremonias singulares con las que cuenta la Semana Santa de la Villa y Puerto de Garachico es la del Entierro de Cristo. En un sepulcro montado al efecto tiene lugar el emotivo acto, seguido por los fieles en un sobrecogedor silencio, que tiene se mayor relieve en el momento en el que la pesada losa car, cortando de golpe la marcha fúnebre que se escucha y que lleva por título “Recuerdo a los Muertos”.
A lo largo del tiempo se ha enriquecido con una serie de imágenes que, si bien se diferencias de las que nos fueron legadas por nuestros antepasados, tiene gran valor escultórico, como es la imagen Nuestra Señora de la Amargura, realizada por el escultor tinerfeño Ezequiel de León y que paso a formas parte de los desfiles procesionales a partir de 1974.
Estamos seguros de que, aunque transcurrieron los tiempos llenos de zozobra, en años venideros volveremos a desfilar por las calles de la vieja Villa las imágenes de Cristo y se Madre. Todo ellos forma y conforma la Semana Santa de la Villa y Puerto de Garachico.
Órdenes religiosas, vecinos y la presencia de milicias dieron a la Semana Santa Garachiquense un matiz diferente, tanto en la liturgia del templo como en la ceremonia en la calle.
La Semana Santa Garachiquense, cuatro veces centenaria, guarda en su imaginería el sello inconfundible de la Escuela Sevillana y valiosas muestras de arte isleño nacidas de la gubia de hombres como Alonso de la Raya o Blas García Ravelo, discípulos del gran imaginero Martín de Andújar y Cantos. Aún hoy podemos ver desfilar por las calles con olor a incienso y sabor a salitre del Atlántico las imágenes de Cristo y su Madre y las impresionantes esculturas de los Santos Varones, ampliamente elogiadas por el Marqués de Lozoya, quién las ha calificado de piezas importantísimas en la escultura religiosa de las islas.
Desde el siglo XVII, sigue conservando Garachico una procesión singular y sorprendente. En el atardecer del Domingo de Ramos, es trasladada la imagen del Cristo de la Misericordia (de origen y fabricado en pasta de maíz por los indios Tarascos), desde la Parroquia hasta el oratorio partículas de la Familia Ponte. La imagen no lleva adornos. Va envuelta en un tafetán negro, sobre los hombros de cuatro sacerdotes. No tiene acompañamiento musical y se lleva a toda prisa como si en el traslado hubiera algo que ocultar. Siempre se hizo así y la costumbre ha prevalecido. Regresa a Parroquia el Viernes Santo, pero ya en su urna de plata, convertido en yacente. La imagen pasa a tomar parte de la llamada Procesión Magna, integrada por 22 pasos.
Otra de las ceremonias singulares con las que cuenta la Semana Santa de la Villa y Puerto de Garachico es la del Entierro de Cristo. En un sepulcro montado al efecto tiene lugar el emotivo acto, seguido por los fieles en un sobrecogedor silencio, que tiene se mayor relieve en el momento en el que la pesada losa car, cortando de golpe la marcha fúnebre que se escucha y que lleva por título “Recuerdo a los Muertos”.
A lo largo del tiempo se ha enriquecido con una serie de imágenes que, si bien se diferencias de las que nos fueron legadas por nuestros antepasados, tiene gran valor escultórico, como es la imagen Nuestra Señora de la Amargura, realizada por el escultor tinerfeño Ezequiel de León y que paso a formas parte de los desfiles procesionales a partir de 1974.
Estamos seguros de que, aunque transcurrieron los tiempos llenos de zozobra, en años venideros volveremos a desfilar por las calles de la vieja Villa las imágenes de Cristo y se Madre. Todo ellos forma y conforma la Semana Santa de la Villa y Puerto de Garachico.
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