Somos misioneros que anunciamos la novedad de Cristo
En este mes de Junio terminamos el Tiempo Pascual de este año.
Tiempo en el que hemos celebrado la fiesta de la Resurrección del
Señor, y hemos vuelto a renovar esa adhesión a vivir la Buena Noticia del
Evangelio que Jesús nos predicó y nos enseñó.
Porque ser cristiano es vivir esa novedad permanente del amor de Dios, que se hizo efectivo en la entrega de Jesús por todos nosotros
para darnos una vida nueva que nace y se fortalece cada día por medio de encuentro
con Él, y no de otra manera, porque sin este encuentro personal con Jesús
Nazaret, no hay forma de crecer, madurar y vivir nuestra fe en plenitud.
De ahí que, este Junio de 2017 sea irrepetible para cada uno de nosotros, pues terminaremos la fiesta de la Pascua, celebrando el día
de Pentecostés, de la venida del Espíritu Santo sobre cada uno de
nosotros. El Espíritu de la Verdad, del Amor de Dios, que nos empuja a hacer nuevas todas las cosas y a entrar, de una manera particular, en nuestra
Diócesis y en nuestra parroquia, a preparar nuestra Misión Diocesana, que será, si queremos, un tiempo de gracia y de renovación para nuestras parroquias
y, sobre todo, para cada uno de nosotros.
Quedarse en “lo de siempre”, o en “esto siempre se ha hecho así”, es cerrarse al Espíritu Santo, a la verdad de Dios que él nos trae,
pues es el Espíritu de la verdad, es decir, nos estaríamos cerrando a la acción de
Dios en nosotros para imponernos nuestra propia verdad egoísta que no nos
lleva a nada ni construye nada, sólo nos encierra en nuestras cosas y en lo
de siempre.
Que María, la Virgen, siempre dócil a la voz del Espíritu, nos haga estar abiertos y dispuestos para recibir la novedad permanente de su
amor.
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