miércoles, 21 de junio de 2017

Palabras del párroco

Somos misioneros que anunciamos la novedad de Cristo

En este mes de Junio terminamos el Tiempo Pascual de este año.

Tiempo en el que hemos celebrado la fiesta de la Resurrección del Señor, y hemos vuelto a renovar esa adhesión a vivir la Buena Noticia del Evangelio que Jesús nos predicó y nos enseñó.


Porque ser cristiano es vivir esa novedad permanente del amor de Dios, que se hizo efectivo en la entrega de Jesús por todos nosotros para darnos una vida nueva que nace y se fortalece cada día por medio de encuentro con Él, y no de otra manera, porque sin este encuentro personal con Jesús Nazaret, no hay forma de crecer, madurar y vivir nuestra fe en plenitud.

De ahí que, este Junio de 2017 sea irrepetible para cada uno de nosotros, pues terminaremos la fiesta de la Pascua, celebrando el día de Pentecostés, de la venida del Espíritu Santo sobre cada uno de nosotros. El Espíritu de la Verdad, del Amor de Dios, que nos empuja a hacer nuevas todas las cosas y a entrar, de una manera particular, en nuestra Diócesis y en nuestra parroquia, a preparar nuestra Misión Diocesana, que será, si queremos, un tiempo de gracia y de renovación para nuestras parroquias y, sobre todo, para cada uno de nosotros.

Quedarse en “lo de siempre”, o en “esto siempre se ha hecho así”, es cerrarse al Espíritu Santo, a la verdad de Dios que él nos trae, pues es el Espíritu de la verdad, es decir, nos estaríamos cerrando a la acción de Dios en nosotros para imponernos nuestra propia verdad egoísta que no nos lleva a nada ni construye nada, sólo nos encierra en nuestras cosas y en lo de siempre.

Que María, la Virgen, siempre dócil a la voz del Espíritu, nos haga estar abiertos y dispuestos para recibir la novedad permanente de su amor.

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