Domingo de Pascual es el día de las cadenas rotas, el día en que toda
atadura se rompió y la luz vino con fuerza para iluminar y disipar todas las
tinieblas. Es el día en que el amor ha vencido a la muerte y la esperanza
nace en los corazones de todos los cristianos
Jesús ha resucitado, Él vive y está con nosotros para probar que
realmente podemos salvarnos del pecado que nos conduce a la muerte.
Nadie merece la salvación por sus propios méritos, y nunca podríamos
alcanzarla con nuestras propias fuerzas. Pero Jesús resucita y su alianza
permanece para siempre dándonos la fuerza necesaria para seguir adelante
Si Cristo no hubiese resucitado de entre los muertos, la esperanza habría
quedado junto a Él sepultada en la tumba. Pero él no está muerto, Él vive
para siempre y por lo tanto tenemos esperanza en sus promesas.
El pecado nos condena al juicio eterno y a la tortura interminable (Mateo
13,41-42; Apocalipsis 14:11). Y el pecado sin misericordia nos esclaviza a la
muerte (Romanos 6: 16-20, Efesios 2,1) Pero Cristo se levanta con poder en
este y todos los Domingos de Pascua para cancelar nuestra deuda con el poder
de su cruz y de su resurrección
Hoy es el día en el que el todo el Cielo se estremeció, en el que los
ángeles bajaron al mundo y anunciaron que la luz gloriosa seguía viva y
presente para iluminar nuestro camino de vida. Jesús se ha levantado de entre
las sombras y ha derrotado a la muerte.
Jesús resucitó para demostrar que Dios esparció su amor por todas las
naciones, no sólo a Israel, sino también de Asia, África y América, a todo el
mundo. Su muerte no sólo nos reconcilia con Dios, sino que nos reconcilia unos
con otros a través de la esperanza y el amor.
La Resurrección de Jesús es lo suficientemente poderosa como para
sostener la fe, la esperanza y el amor a todas las personas en todos los
rincones del mundo.
¡Feliz Pascua de Resurrección!
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