El pasado domingo la Palabra de Dios es de esas que nos recuerdan lo grande y lo estupendo que es nuestro Dios, al que llamamos Padre, y del que sabemos muchas cosas, pero al que le dejamos poco actuar en nuestra vida. Nos hemos acostumbrado tanto ha hacer y deshacer, que a veces, parece que solo nosotros podemos hacerlo todo.
Dios no se cansa de repetirnos que todos somos importantes y que todos valemos, incluso el más aparentemente innecesario, es el más necesario, simplemente porque Dios no se cansa nunca de darnos nuevas oportunidades y de salir a buscarnos. O como dice el Papa Francisco: “Dios no se cansa de perdonarnos, somos nosotros los que nos cansamos de acudir a él y recibir su perdón”. De ahí que nos diga hoy el Evangelio que Dios se alegra cuando volvemos a Él, y no nos quedamos pensando que ya no estamos necesitados de Él.
Puede que ese sea nuestro mayor fallo, el creer que ya sabemos tanto de Dios, que llevamos años en la Iglesia, que ya creemos más que nadie, aunque no hagamos nada que manifieste nuestra fe verdadera y de forma madura, que podemos llegar a pensar que ya tenemos todo el camino resuelto y no hay más pasos que dar, olvidándonos así de que, cada día, estamos llamados a crecer y a madurar en nuestro seguimiento de Cristo, en nuestro encuentro con él y el nuestra conversión personal, en nuestras actitudes y, muchas veces en nuestra vida.
Nos lo dice muy claro: hay gran alegría por uno solo que se arrepiente que por los cientos que no necesitan arrepentirse, simplemente porque ese “uno solo” también es necesario, y porque los demás, no podemos creernos en posesión de la verdad y del camino hecho, pues nuestra vida esta hecha de permanentes conversiones y cambios que es necesario hacer, de pequeños detalles cotidianos que nos recuerdan las maravillas que Dios hace en nosotros y por nosotros, si le dejamos actuar.
Comencemos este nuevo curso pastoral, alegrándonos por los que llegan y con los que están, y seamos acogedores al estilo de Cristo, para el que cada uno es importante y necesario.
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